En medio del debate sobre lo que viene ocurriendo en occidente con los electores y la forma cómo pareciera que se inclinan por lo políticamente incorrecto, partir de hechos como el triunfo del No al Acuerdo de Paz en Colombia, el Brexit que provocó la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea; o el sorpresivo triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, se abre un debate que tiene visos de replanteamiento sobre la forma cómo debemos hacer la política de cara a los ciudadanos y cómo los ciudadanos están percibiendo y reaccionando frente a conceptos como la política, los políticos, la democracia e incluso las instituciones. Es claro que algunas élites empresariales y económicas que se creían con dominio en la política por su propiedad sobre los medios, por tener fletados ciertos columnistas y comentaristas de radio y TV que se las dan de independientes pero solo investigan y son “perros guardianes” de una sola de las partes; han perdido el control sobre la ciudadanía, esa que camina a pie por la calle, que toma el bus, que debe buscar cómo llegar a fin de mes para pagar el colegio y la comida de sus hijos. ¿Tenemos verdadero líderes de opinión en los medios, en las redes sociales? O pseudo lidere que hablan en un micrófono, una pantalla o una red social generando más apariencia o quizá jactándose de masivas audiencias que los reciben, pero no actúan como ellos les dicen que actúan. Está en crisis la confianza y la credibilidad de los medios y de los líderes o pseudo lideres en su influencia hacia las audiencias que ejercen el voto, y es evidente desde hace ya varios años, pero tuvo que ocurrir lo impensable y que incluso muchos jóvenes que ya no consumen medios, no se ven representados por instituciones o empresas y muchos menos le creen a líderes de nada, son los que empiezan a ser neovotantes y a definir el rumbo de los territorios. Grandes perdedoras también en este panorama fueron las encuestadoras que no han sabido elaborar sus muestreos, leer el entorno, comprender que dentro de sus números no se alcanza a percibir lo cualitativo de los ciudadanos. Muchos votos vergonzantes no se registran en las franjas de indecisos y es urgente ahondar en la minería de datos o el uso de otras herramientas más inteligentes para lograr que el big data permita una lectura más precisa del call to action del ciudadano. Miguel Jaramillo Luján Consultor en Gobierno
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