México, Colombia y ahora Brasil en sus procesos político electorales junto con algunos líderes que se han convertido en marcas reputadas de la política local y nacional, demuestran que los ciudadanos, más prosumidores que nunca, hoy tienen hambre de líderes heroicos que les brinden certidumbres horizontales, respuestas emocionales, sencillas y claras a sus necesidades cotidianas y no encopetados discursos llenos de razones y argumentos. Van desapareciendo los palacios de gobiernos, los grandes salones de protocolo, la corbata y la seda, para abrir paso a la palabra sencilla, la sala de una casa, un plato de comida, el trasporte público y el cara a cara con el más humilde o significativo de los habitantes de un territorio. A eso sabe hoy la política. Los públicos hoy buscan líderes que acompañen, defiendan, protejan casi que uno a uno sus intereses más profundos. Atrás quedaron los políticos llenos de motivos de fondo con su arrogante deseo de tener la razón, hoy el ciudadano abre paso y válida al líder del común que vive, habla, trabaja, sufre y celebra junto a este, ese que supo recoger el tapete rojo y se ensucia los zapatos de barro.
El nuevo líder político
Actualizado: 27 sept
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