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El perfil del nuevo político que necesita la región

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Debe ser un líder con alta formación gerencial, capacidad para la toma de decisiones, la lectura crítica e integral de los problemas y la capacidad de hacer un estricto control de las variables en clave de futuro y no solo para el corto plazo.

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  Debe ser un líder con alto nivel de inteligencia emocional para enfrentarse a los retos que supone dialogar con un sistema afectado por grandes males como el clientelismo, el gamonalismo, la corrupción y otros que configuran un aparato estatal colombiano donde ni siquiera pudimos ser burócratas en el sentido estricto y menos logramos adaptarnos al sistema de la Nueva Gestión Pública.   El nuevo político debe ser un líder socialmente responsable en sus compromisos. Recibe un panorama, un entorno, unos acuerdos colectivos, unas tensiones y unos recursos que siempre serán limitados; y con creatividad pero alto compromiso con su territorio debe ejecutar con una alta perspectiva de las decisiones de largo plazo y no solo para la fotografía, la encuesta o su propio proyecto político.   Debe pensar en el largo plazo desde la prospectiva y comprender que sus decisiones actuales van a tener un nivel de afectación sobre el territorio, el gobierno y la población en el presente y el futuro.   Debe superar el egocentrismo y trabajar de manera articulada, eficiente, madura y proactiva con sus colegas alcaldes en diferentes regiones, quien gobierna el departamento, el equipo del gobierno nacional y las demás ramas del poder público y-o organismos de control.   Debe procurar una relación honesta como el sector productivo representado en gremios, asociaciones, empresas e instituciones de toda índole, donde pueda gestarse un vinculo de doble vía con alta conciencia y mucha responsabilidad sobre el impacto social que tienen los actores Estado y sector productivo sobre aquellas variables que afectan la calidad de vida de los gobernados.   Debe comprender que cada una de sus acciones, decisiones e incluso los más insignificantes detalles de forma son poderosos mensajes para la sociedad y desde esa coherencia con naturalidad se forja una nueva cultura, un cambio profundo en materia de valores como la solidaridad, la legalidad, el respeto al otro, la inclusión, la equidad, entre otros.   El nuevo político debe ser consciente de que representa en un porcentaje superior al 50% a personas de condición humilde, con bajo nivel de formación, agobiada por el hambre, la pobreza y la falta de oportunidades; donde la tentación del populismo, del estimular una lucha de clases y pescar en el río revuelto de la inequidad para nadar en contravía es tan peligroso como convertirse en un líder solo del sector más pudiente de su ciudad. Ser un vaso comunicante por el que circulen las preocupaciones de los más necesitados, para – desde la redistribución- con una mirada de progreso sin apellidos, se puedan mejorar las condiciones de vida de la población más vulnerable.  

Miguel Jaramillo Luján

Consultor Político y de Gobierno  

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