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Errores en la comunicación de la vacuna contra la COVID-19 y cómo remediarlos, por Carolina Díaz

Actualizado: 24 sept

La desconfianza surge cuando nos sentimos indefensos o por miedo a no saber cómo defendernos frente una amenaza. Sin duda, la Covid-19 es un peligro para la salud de las personas y un desafío para los sistemas sanitarios y los gobiernos que quieren asegurar que su población sea vacunada lo antes posible, para recuperar paulatinamente la normalidad y confianza de sus ciudadanos y reactivar la tan golpeada economía.

El recelo de gobiernos y sociedad, la desinformación, las fake news y la polarización de las ideas han generado una crisis de confianza sobre las vacunas contra Covid-19 y los laboratorios que las producen, por lo que es necesario que tanto empresas como gobiernos lleven a cabo un ejercicio de transparencia en acciones de investigación, comercialización, distribución y divulgación científica. A continuación, los errores más comunes de los gobiernos y las farmacéuticas a la hora de comunicar sus planes de vacunación.

  1. Especulación

Las vacunas representan la esperanza de protección contra una enfermedad que ha causado millones de muertes en todo el mundo y tiene la economía mundial enferma también. No obstante, para algunos, las empresas farmacéuticas que las desarrollan representan también una amenaza. En varios países se han registrado retrasos en entregas de vacunas y en algunos contratos celebrados existe falta de transparencia, porque no se pueden consultar el precio por dosis, el calendario de entregas y la cantidad de dinero que se pagó anticipadamente. Esto genera una avalancha de cobertura mediática negativa con especulaciones sobre el juego del precio de las vacunas y aunque sabemos que los gobiernos están adquiriendo las vacunas por, al menos, tres vías—las compran directamente a las empresas farmacéuticas; las adquieren a través de organismos regionales como la Unión Europea y por medio del mecanismo (COVAX)—la especulación sobre la adquisición, falta de transparencia y acaparamiento continúa, a tal grado que algunas empresas tuvieron que salir a desmentir y aclarar que los retrasos se debían a problemas en las fábricas. Esta información, aunada a la falta de validación de terceros respecto a la efectividad reportada por algunas vacunas como la rusa, preocupa a un gran sector de la población.

2. Incertidumbre

La desconfianza en las vacunas contra el Covid-19 inició al dudar de la velocidad con la que se podría crear una vacuna, cuando el tiempo promedio era de diez años y el tiempo récord para otros virus fue de 4 años. Sin embargo, las primeras vacunas autorizadas para prevenir la Covid-19 se desarrollaron en menos de un año con una nueva tecnología basada en el ARN Mensajero (ARNm), tecnología que, de acuerdo con reportes científicos, se había estudiado desde 1970. Sin embargo, únicamente cierta parte de la comunidad científica conocía los antecedentes y la mayoría de la población tenía incertidumbre al desconocer lo que sucedería con una vacuna que podía sonar “experimental”.Pero si el ARNm lleva estudiándose por décadas, ¿por qué surgen dudas? Probablemente porque tanto empresas como instituciones e investigadores no han implementado campañas de información convincentes sobre la trayectoria de la investigación y la seguridad de las vacunas que usan la mencionada tecnología. 3. Incredulidad

Tan pronto se recibió la autorización de la primera vacuna, surgió el reto de la congelación y la estabilidad de las vacunas. Datos de la OMS señalan que más de la mitad de las vacunas se desperdician por problemas en la logística del control de temperatura. Hubo un grupo que vaticinaba poco éxito de la vacuna por las necesidades de congelación, además de la logística para la distribución, sobre todo en países del tercer mundo. Sin embargo, hasta el momento el tema de la congelación ha sido resuelto y Pfizer ha presentado recientemente nuevos datos a la FDA para demostrar que su vacuna contra la Covid19 se puede almacenar a temperaturas más cálidas, no obstante, se requiere disipar las dudas que la comunidad médica y gobiernos puedan tener sobre este tema.

4. Desigualdad

Otro de los retos de los gobiernos y empresas en la lucha contra la pandemia fue el desarrollo de la infraestructura necesaria para la logística y distribución, proceso que requiere la coordinación de todos los actores y procedimientos bien ejecutados, desde operadores logísticos, fabricantes, laboratorios y el sistema de salud en general. Sin duda, esto representa retos constantes, ya que vacunar a un grupo amplio de la población en tiempo récord para detener los contagios nunca se había realizado, al menos en nuestros países. Por tal razón hay un reclamo general sobre la logística a implementar ya que hay una infraestructura deficiente y la necesidad de vacunación es igual a la de los países desarrollados.

5. Ansiedad

Otro punto que ha generado desconfianza, y que es alimentada por el movimiento antivacunas, es el temor a que las vacunas puedan causar otras enfermedades y al tiempo, el movimiento antivacunas crece principalmente en internet y miles de personas, incluyendo colectivos sanitarios, políticos y hasta científicos, afirman que las vacunas y la vacunación suponen un mayor perjuicio para la humanidad que el beneficio que puedan aportar. A estos miedos generados sin fundamento científico, se agrega la aparición de variantes o mutaciones del virus que ya causa incertidumbre, como la de Reino Unido, principalmente porque el tema no ha sido del todo aclarado. Mientras que por un lado se escucha que las vacunas actuales pueden servir contra esas variaciones, empresas como AstraZeneca y Oxford, así como Curevac y GSK, entre otras, anuncian colaboración e investigación de nuevas vacunas de refuerzo para combatir las mutaciones del virus.

6. Popularidad y desconfianza

Antes de la pandemia, pocas personas se interesaban en saber qué empresas investigaban y fabricaban sus medicamentos, responsabilidad que quedaba en manos del médico y ocasionalmente en el familiar o amigo que hubiera padecido la misma enfermedad. Ahora, frente a la Covid-19, esto cambió radicalmente y se popularizaron los nombres de las empresas fabricantes de vacunas e incluso el de algunos científicos involucrados, y el interés se extiende a diferenciar las vacunas por el porcentaje de eficacia, número de dosis requeridas y hasta considerar cuál puede ser la mejor opción para cada persona. Sin embargo, esta popularidad conlleva situaciones de querer cierta vacuna, manufacturada por cierta empresa y en ciertos países. Por ejemplo, hay desconfianza ante la vacuna desarrollada en China y más seguridad con las que se fabrican en Alemania, Canadá o Inglaterra. La falta de transparencia inicial, el cuestionamiento sobre la eficacia y algunos escándalos mediáticos por potenciales muertes causadas por la vacuna china, como el sucedido en Perú—y que no fueron aclarados y atendidos frontalmente por las empresas—siguen siendo un problema a resolver si se quiere ganar la confianza de la población.

7. Desilusión

Cuando las vacunas contra Covid-19 estuvieron disponibles, la cuestión fue qué grupos de personas deberían vacunarse primero: ¿personal médico o personas más vulnerables? Sin embargo, con la autorización de más vacunas con tasas variables de efectividad, una o dos dosis, diferencias en el mecanismo de acción o que algunas son más apropiadas para ciertos grupos de edad, se generó una preocupación ética y una difícil decisión de los gobiernos para determinar a quiénes y cuál vacuna deberían recibir.

El reto para las autoridades de salud frente a las vacunas ya disponibles, incluidas las de origen chino y ruso, es distribuirla de acuerdo al grupo de población prioritaria. Pero para la persona que espera su turno, todo el ruido mediático sin una clara guía de que vacuna recibirá, puede causar desilusión o rechazo, a tal grado que ya se han creado movimientos sobre la libertad para elegir si se vacunan o no, así como para decidir qué vacuna ponerse. Es necesario que las empresas informen claramente ventajas y desventajas de sus vacunas, y que las autoridades sanitarias tengan un mapa de ruta y plan de acción sobre qué tipo de vacuna recibirá la población de acuerdo a su edad, vulnerabilidad y requerimientos logísticos. Pero con todo, algo que no podemos olvidar es que frente a una pandemia como la actual, “no hay peor vacuna que la que no se pone”.

Recomendaciones

La pandemia por el coronavirus evidenció la fragilidad de los sistemas sanitarios, la necesidad de patrocinar la investigación y la necesidad de gobiernos y empresas de gestionar adecuadamente sus relaciones. Aquí compartimos algunas recomendaciones básicas para que empresas y gobiernos enderecen su camino:

  1. Comunicación oportuna, clara y transparente

Quienes entienden que lo único permanente es el cambio, serán capaces de adelantarse y aprovechar las oportunidades que se crean alrededor de situaciones de crisis como la que estamos viviendo. Es urgente ampliar la comunicación y responder de una manera oportuna, evitando vacíos que puedan ser llenados con especulaciones.

2. Contar con una hoja de ruta

La pandemia de Covid-19 se convirtió en una amenaza de dimensiones nunca antes vista para el mundo entero. El virus se propagó rápidamente entre países y llevó a los sistemas sanitarios casi al colapso. La esperanza se centró en la investigación para desarrollar medicamentos y vacunas para contenerlo. Desde que salieron las vacunas han surgido una gran cantidad de retos que tampoco estaban en el radar de los investigadores y empresas farmacéuticas. Ahora que las vacunas están listas y que han iniciado los programas masivos de vacunación, los gobiernos deben contar con un mapa de ruta o plan estratégico que defina claramente los objetivos y cómo alcanzarlos. La conversación sobre las vacunas paso de la esperanza a la desconfianza y eso también requiere que se atiendan las necesidades de desinformación que impactan la reputación y, sobre todo, la posibilidad de lograr inmunización de un grupo amplio de la población en corto tiempo.

3. Consultoría especializada

La consultoría es una gran aliada de las empresas y los gobiernos, pues permite traer ideas nuevas, disruptivas y especializadas para la gestión de la reputación, de los asuntos públicos, la comunicación y las herramientas digitales que permitan un mayor impacto positivo. Esto facilitará el proceso de comunicación, haciéndolo más efectivo al comprender los retos que tienen la comunidad médica, los centros de investigación, los sistemas sanitarios, los pacientes, empresas y gobierno.

4. Crear valor compartido con los stakeholders

Además del capital financiero, que muchos ciudadanos consideran que es lo único en lo que se enfocan las empresas, los intangibles ahora tienen mayor protagonismo y contribuyen de manera significativa en la generación de confianza, misma que devengará ganancias y negocios más prósperos. El capital relacional toma especial relevancia cuando hay desconfianza, pues es clave para mantener buenas relaciones y cambiar la percepción y actitud hacia las empresas, y que sean percibidas como socios estratégicos en la contención de problemas de salud como la pandemia. La reputación crea valor, de ahí la importancia de considerarla como un intangible clave e indispensable.

En resumen, para evitar errores como los que describimos es importante desarrollar mecanismos de comunicación que involucren a todos los interlocutores a través de un plan diseñado y ejecutado estratégicamente para que conduzca a los gobiernos al éxito desde cualquiera de las perspectivas.

Carolina Díaz - Consultora Política

Máster en Asesoramiento de imagen y Consultoría Política

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