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¿Es justificable la mentira en un líder político?

Actualizado: 19 sept

Hace 40 años el psicólogo norteamericano Paul Ekman escribió el texto Unmasking The Face (quitando las máscaras) sobre las micro expresiones faciales, un tema realmente inexplorado, pero que la ciencia ha ido develando a partir de una exploración con base en las emociones simples que pueden evidenciarse en un rostro humano: ira, tristeza, desprecio, repugnancia, sorpresa, miedo y felicidad.


Fruto de las investigaciones de este reconocido experto, nacido hace 81 años en Washington, también surgió una investigación que en 2005 permitió la salida de un libro sobre cómo detectar mentiras a partir del estudio de recursos corporales de comunicación como el cuerpo, las manos, el tono de la voz o el rostro. Suele ser común entre los políticos y a ciertos niveles y momentos de la historia escuchar que hay decisiones donde la mentira pueda ser justificada por un bien mayor. Cada caso es distinto y tanto la habilidad para mentir como la habilidad para detectar a un mentiroso, son facultades tan humanas como la frágil condición que nos acompaña en este corto paso por el mundo. En Estados Unidos hay dos casos de presidentes desenmascarados en gigantescas mentiras como fue en el año 1972 el presidente Richard Nixón a partir del escándalo del WaterGate, quien a la postre debió renunciar en uno de los peores escándalos presidenciales de ese país en el siglo 20; y también el caso del presidente Bill Clinton, quien se vio envuelto en un fuerte escándalo sexual en su propia oficia que en principio negó pero luego debió reconocer públicamente para escarnio suyo y de su familia. ¿Es justificable la mentira en un líder político?    

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