Autor:
Miguel Jaramillo Luján
Magister en Gobierno, Estratega y Consultor Político
Una nueva generación de votantes y neo votantes le habla con hastío a la política y a los políticos desde las calles, pero también desde ese nuevo ‘parque de diversiones’ que se llama Tik Tok, hoy novedoso canal que impactó en las recientes elecciones de EE. UU, contribuyó a la caída de dos presidentes de Perú y también es escenario de un crecimiento exponencial con más de 2.000 millones de usuarios que han descargado esta App china, desde su creación en 2016.
El 52% de los usuarios de Tik Tok tiene menos de 24 años, allí hay un nicho de ciudadanos activos o quienes serían neovotantes cuando cumplan mayoría de edad, quienes desde ya usan esta herramienta de interacción social con su estilo particular para hacerse ver y generar movilización ciudadana a una velocidad que da vértigo. El alcance de Tik Tok puede ser tres o cuatro veces más amplio y rápido de lo que es Facebook o Instagram, estas últimas redes con algoritmos e interfaces más restrictivas.
Las marchas y protestas ciudadanas no son un fenómeno aislado o un fantasma ideológico en el mundo de hoy, responden, como se mencionó precedentemente, a un hastío extremo de los ciudadanos con un sistema que parece haber colapsado por las prácticas y la reputación de ciertos líderes en el mundo público y corporativo; y allí los más jóvenes van a ser protagonistas de una lucha en el asfalto real y en el virtual, con mecanismos que hablan el mismo lenguaje de Tik Tok: irreverencia, humor y deseo de romper esquemas (disrupción).
Es claro que la política tiende a revaluarse y repensarse por nuevas generaciones que son mucho más criticas y quienes buscarán deslegitimar lo tradicional y romper con lo que no funciona en este complejo mundo de palacios, políticos monárquicos, Élites y cuellos blancos, que rebatirán generaciones entre centennials y milenials, también problemático y febril.
El próximo año se vendrán nuevos momentos de protesta con otros lenguajes y así lo deben entender los políticos que gobiernan y aquellos que quieran emprender campaña. La gente no quiere saber de conflictos, la gente no quiere sentir miedo por los extremos, miles la apuestan a evitar nuevas pandemias con medidas más baratas que el hecho de afrontarlas como pasó con el COVID-19 y como podría pasar con el cambio climático.
Hablamos de una nueva agenda, de una nueva generación dispuesta a pasarle factura a los líderes públicos que no se tomen en serio la urgente tarea de saber gobernar con integridad y pensando en algo más que sus propios bolsillos.
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