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Los llaman “asesores”…y no lo son

Actualizado: 23 sept

Por: Óscar Álvarez - Politican

El caso ‘Koldo’ ha puesto, de nuevo, en el centro de la diana un debate sobre la figura del asesor político. Quienes nos dedicamos a la comunicación política sabemos muy bien qué significa y qué implica. Son horas de trabajo y dedicación a una profesión que tiene, como objetivo final, que el mensaje y la imagen de políticos e instituciones llegue con claridad, que sea comprensible.


Son años de formación sin fin, de lectura, de aprendizaje continuo, de estar al día de la actualidad y en el uso de todas las herramientas y canales de comunicación. Todo esto mientras acompañamos a nuestros jefes y jefas en infinitas agendas diarias. Investigamos, analizamos, proponemos estrategias electorales y de comunicación, buceamos en encuestas y métricas infinitas, resumimos largos documentos en 240 caracteres, etc. Es,sin lugar a dudas, un trabajo al que no te puedes dedicar si no sientes pasión por el mismo, pues implica largas jornadas laborales y escasa conciliación.


En ACOP sabemos bien qué es y qué implica ser asesor político. Permitidme que añada una valoración personal. Es una tarea de backstage, alejada de los focos, pues aquellos ‘gurús’ de la consultoría que aspiran a ser más protagonistas que los políticos con los que trabajan deberían denominarse de otra forma.


No seré yo quien reniegue de aquellas personas que realmente asesoran en otras áreas de conocimiento, pues no todos podemos saber de todo, pero los asesores de comunicación política sí tenemos una visión holística acerca de cómo trasladar a la opinión pública todo ese conocimiento.


Los I Premios de Comunicación Política de ACOP, que recientemente celebramos en Sevilla, así como la propia existencia de la Asociación de Comunicación Política, tienen como objetivo poner en valor la labor de quienes nos dedicamos a esta profesión, en la que incluyo a los miles de académicos que trabajan a diario por elevar los niveles de excelencia.

No he sido muy original en el título, pues es una expresión que he tomado prestada del profesor y socio de ACOP Toni Aira, pero me permite introducir a quienes no son asesores y denostan la profesión.La discrecionalidad que las administraciones tienen para nombrar asesores la entiendo, pero cuando un político contrata a un “sobrinity manager” (otra expresión prestada de otro socio de ACOP, Aner Ansonera) debería tener otra denominación. No todos son asesores.


Artículo extraído de la revista de ACOP

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