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Nuevos tiempos, nuevos riesgos para la marca digital de un líder

Actualizado: 27 sept

Mg. Miguel Jaramillo Luján

Nuestra marca hoy transita por muchos más escenarios que antes con un alcance y un efecto inesperado, como ocurre con los contenidos que a diario producimos y reproducimos desde nuestros teléfonos inteligentes, generando efectos desde lo simbólico que tienen consecuencias inimaginables en la vida de real.

Aunque fue la gota que rebosó una copa, la renuncia del gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, a raíz de un mensaje por chat con contenido homofóbico y el efecto movilizador que se generó en las calles para desestabilizarlo y provocar su decisión, demuestran el riesgoso filo de la navaja que son hoy los múltiples y variados canales de comunicación por los cuales se expone la vida de un líder público a la interpretación de sus audiencias sin que puedan mediar las explicaciones.

La experiencia de marca política llega a los sentidos de los ciudadanos quienes hoy se consideran con la libertad de leer, cruzar información, interpretar y desde su rol de prosumidores, construir nuevos contenidos que reflejan su postura, opinión, amores, desamores, humor y hasta un llamado a la acción como ocurrió en Puerto Rico y ha ocurrido con otros episodios recientes en países de América Latina donde la gente ha salido a las calles para pedir la dimisión o al menos una respuesta de quien lidera frente a los temas que son sensibles para la opinión pública 5.0

Hoy los social media siguen evolucionando y permenando nuestra forma de vivir la ciudadanía, y por lo tanto es fundamental entender que no son simples canales de transmisión de información y cada día se han convertido en herramientas más sofisticadas para actuar de manera autónoma, construir corrientes de opinión, gestar ideologías y llevar a una gran escala ciertos propósitos políticos, comerciales, religiosos y de diferentes ámbitos que ni siquiera surgen en la calle o en las conversaciones cotidianas, sino que tienen su origen, máximo nivel y desaparición en las redes en un camino paralelo a la conversación y movilización física.

No se genera conversación o movilización por o para, sino desde los social media y son éstos un sendero cada vez más trasversal de la construcción de sentido colectivo al remplazar hoy canales como el teléfono (hoy se chatea) el supermercado (hoy hay Apps con carrito, ofertas y vienen olores y sabores) la salida con amigos o familiares (aunque muchos los odien los grupos virtuales de chat telefónico o de Facebook los han reemplazado) reuniones de trabajo (ya hay video chat, realidad virtual y vienen los hologramas). En resumen: los canales varían y eso implica nuevos retos de interpretación y flujo veloz y a veces confuso de la información con consecuencias de toda índole.

Por esto es relevante que todo líder público tome plena consciencia sobre el manejo de sus plataformas de relación digital. No se trata de informar y publicar cosas estéticas ni de tener como sombra al llamado Community Manager con verborreas audiovisuales sin propósito; pues todo eso es accesorio e incluso riesgoso cuando no se tiene una estrategia digital que le apunte a la construcción de una comunidad digital, la identificación y potenciación de una marca desde la mismidad y la consciencia sobre la complejidad de un entorno muchas veces agresivo a ritmos, tonos y velocidades que superan la buena intención ante lo cual se tiene que contar con directrices de acción para proteger y contener fallos contra la reputación.

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