La Bióloga y Neurocientífica Antonia Santos, ha expuesto una serie de argumentos orientados a entender por qué el cerebro humano percibe emociones como el miedo, cuando está experimentando situaciones en las que se involucra un cambio. En primer lugar, afirma que el miedo es la reacción más antigua que tenemos los humanos y que nos ha permitido sobrevivir a lo largo de la historia, gracias a cuatro respuestas automáticas: huida, defensa agresiva, inmovilidad y sumisión.
Cuando nuestra realidad está inmersa o próxima a un cambio que altere nuestro entorno social, el cerebro ve amenazada su estabilidad y procede a evaluar todas las circunstancias, personas, lugares y demás situaciones; activando la liberación de hormonas del estrés y dando como resultado latidos más rápidos del corazón, sudoración y aumento de la presión arterial.
Aquellas experiencias que por su impacto generan mayor riesgo para nuestras vidas, nos entregan una carga emocional tan alta que, por memoria nuestro miedo será mayor y sobrevivir será la más grande prioridad del cerebro. Aquí la inteligencia se ausenta y las emociones nos abruman, cuanto más intensa es la emoción, menos coherentes y razonables somos, a tal punto que nos hace sentir cosas que no existen y nos llevan a la fragilidad de cometer errores que finalmente son producto de un comportamiento emocional y nada racional.
Aunque el cambio no nos guste, el cerebro también tiene la capacidad de adaptarse, racionalizando el miedo y produciendo en la conciencia una oportunidad; de ahí que tomemos la iniciativa de cambiar nuestras vidas a partir de decisiones laborales, sentimentales o personales. Debemos estar preparados para el cambio, evitando al máximo que la emoción nuble nuestra razón y por decisión, podamos siempre elegir la mejor opción.
Comentarios