Una de las más recurrentes teorías del marketing es la denominada como las cuatro p de Kotler, una reconocida y sencilla matriz que permite al usuario abarcar las variables más sensibles del mercadeo, por medio de valores como el producto, la plaza, la promoción y el precio; sin embargo cuando hablamos de intangibles como el marketing político es válido preguntarse por temas como ¿Cuál es el precio y cómo medirlo?
En ambientes altamente afectados por la falta de ética y lastimados por delitos como el trafico de votos, el clientelismo, la compra de electores entre otros; es común encontrar a personas que consideran la labor política como una misión desinteresada que se hace por amor al prójimo. Pues lamento decirles que si bien ese debería ser el fin primordial, no hay labor humana que no genere interés y que no encarne un juego de intereses y de ganancias recíprocas. No lo hay, por más papistas que queramos ser: no lo hay. Y la política no está exenta de esta dinámica humana de gana-gana.
La variable del precio en la política está definida en doble vía. Por un lado el actor partido o líder político realiza compromisos con sus electores, basados en su programa electoral, pero también sustentado en el acceso a los recursos y decisiones que están en sus manos tomar, con ética y como fruto de su acceso al poder para generar oportunidades a las personas cercanas con su causa, quienes trabajaron por su propósito y a quienes tiene la confianza para el manejo de su proyecto político. De otro lado están los ciudadanos, quienes también pagan con el precio de la movilización hacia un gobernante, a manera de voto, respaldo, aliento u apoyo hacia una causa específica. La variable del precio siempre está presente en las campañas, los gobiernos pero más que todo en cualquier realidad humana. No se trata de cometer fraudes, favorecer de manera ilícita o traficar influencias; se trata de valorar la apuesta de personas, organizaciones y sectores afines, para permitirles participar de la tarea de gobierno dentro de la Ley y las normas, como producto de su respaldo y convicción. Miguel Jaramillo Luján Consultor en Marketing Político y de Gobierno
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