Una campaña política no es otra cosa que una batalla, una durísima batalla que te ayuda a tejer el triunfo en una guerra que generalmente suele ubicar el rival afuera del aspirante o el equipo de trabajo, pero muchas veces a quienes primero debemos vender es a nosotros mismos, pues a veces podemos ser los peores enemigos de nuestra victoria.
Aquel guerrero que se dispone al campo de batalla debe contar con el uniforme, un buen armamento, munición, calzado, hidratación, pero también debe entrenarse en conocer el terreno donde va a combatir, afinar su puntería, ser selectivo en los esfuerzos a realizar para dosificarse; y lo más importante: Entrenar su Inteligencia Emocional para no ser su peor enemigo. En un gobierno o una campaña, como en el más talentoso de los equipos de basketball o soccer debe hacer entrenamiento mental que afine los complejos, que vaya al fondo de los miedos, que ayude a potenciar los talentos y que aminore los defectos o al menos permita a la cabeza dominar esas áreas débiles. Y así como se prepara la cabeza de cada guerrero aunque sea general, coronel o infante; también se debe entrenar la cabeza del estratega para ser esa mente que brinde las ideas, soluciones e incluso sepa tomar decisiones bajo presión. Tome la decisión de entrenar su talento, prepárese junto a su equipo, entrene su mente, su cuerpo y su talento para que las heridas de la batalla sean mínimas y su triunfo sea integral. Miguel Jaramillo Luján, Consultor en Marketing y Comunicación
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